el pez que vivió para contarlo
Una vez hubo un solo
pez. No tenía ningún
recuerdo. Murió
pronto.
Después hubo dos
peces. Se peleaban. Se les llegó
a dar muy bien.
En otra instancia,
tres peces. Tres peces
bastaban: podían
nadar en círculos en el agua.
Se comieron entre
ellos.
Cuatro peces. Primero
se pelearon, después
mantuvieron dos
luchas simultáneas, después una pelea
circense. Uno de
ellos abandonó a tiempo,
quedando tres. Así es
como de vez en cuando los mansos
heredan el territorio
(el pozo de los deseos, en este caso)
por un momento.
Entonces comienzan a soñar. Son
mansos; han visto el
combate.
la belleza de las armas (2013)
versión Marta del
Pozo y Aníbal Cristobo.
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