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Mi primera ambición era
hacer una película y estrenarla en un pequeño televisor blanco y negro, en
medio de una fiesta, en el mostrador de la cocina, en silencio, lo que no sería
para nada un problema, la película habría sido destruida de todos modos sin
sonido. Los actores ni siquiera simularían estar hablando. Durante un tiempo
pensé que el ruido de la fiesta podría sustituir a la falta de sonido: botellas
que caen, cantos a coro, la respiración pesada -una sensación constante de
novedad que, si uno no la abandona, conduce a una especie de paz, que luego se
convierte en una monotonía interrumpida sólo por intervalos de silencio, que ahora,
por supuesto, están cargados. En este punto, mi película se muestra, pero sin
ningún tipo de diálogo, las personas de la fiesta se verían obligados a hablar entre
sí, lo que siempre es un desastre. No creo que les importe la falta de sonido
si consiguen entender el lenguaje visual: las cortinas abiertas significan que
la protagonista cambió de opinión, los patos en el estanque y sabemos que el
héroe todavía sigue vivo, y así sucesivamente. Un amante mira bizco al otro, lo
que significa: "No puedo creer que tengas miedo de morir"
Invisible Bride (2004)
versión patricio grinberg
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