30.11.10

Carlos Riccardo


Mexico City
(Fragmentos)


Al abrir las puertas notas que las ventanas están cerradas, las persianas cerradas y puestos los seguros. En el interior no se escuchan ruidos y el aire huele extrañamente, a pelo quemado.

A pesar del encierro, la claridad de la calle se cuela por algún lugar inadvertido, ya que alcanzas a ver, difusos pero vibrantes en la sombra, el contorno de los muebles, las imperfecciones del piso y la puerta semi entornada de la habitación contigua

Adentro, el aire es más desagradable todavía. Intuyes el bulto de su cuerpo acurrucado en la cama. Te mueves despacio, tratando de no despertarla.

Silenciosa y quieta, aparece ahora parada en el vano de la puerta, su figura apenas se recorta en la oscuridad gris del pasillo. Tiene la boca rígida, tiesa. Los brazos le cuelgan inertes a los lados y en una de las manos sostiene débilmente un cuchillo.



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