27.2.11

Georges Perec


Ellis Island
(fragmento)



al principio sólo se puede intentar
nombrar las cosas, una
a una, secamente
enumerarlas, numerarlas
de la manera más
banal posible,
de la manera más precisa
posible,
intentando no olvidar nada


lo que se ve hoy
es una acumulación
sin forma, marcas de transformaciones,
demoliciones,
restauraciones sucesivas


pilas de rejas, fragmentos de andamios
proyectores


mesas, escritorios, armarios y carpetas oxidadas, pedazos de madera, bancos, cualquier cosa: una cacerola muy grande, un embudo, una bomba de agua, una cafetera, una calculadora, un ventilador, frascos, bandejas, tubos, una carreta, formularios, un libro de cantos, cubiletes de cartón, una especie de juego de la oca.


Ellis Island (1995)



21.2.11

Pierre Alferi


domicilio y territorio de los peces (fragmentos)



Segunda habitación. Cuando el huésped adivina tu cara, 
la presencia que los lugares no consiguen de mí, 
un enfrentamiento empieza. Vamos, dejá de quejarte. Vos 
me reprochas tu reticencia, tu miedo a entrar. 
Mi habitación de estudiante daba a un patio,
un sol blanco, un árbol desnudo. 
Un espacio que asegura casi todas las necesidades, 
relegando al segundo lugar, al exterior, al menos un elemento
de la lista vital básica, comer, dormir, lavarse, leer. 
Un casillero, una variación sobre el tema arquitectónico más elemental: 
el cubo. En un pequeño marco de hierro, 
bajo un número de tres dígitos, había un nombre en la puerta; 
yo proyecto una sombra todavía temblando, 
que zigzaguea entre una cama plegable y un escritorio,
estantes. Pura coincidencia, pero a la que le debo 
esta sospechosa y poco saludable primera sensación de autonomía. 
Eras esta sombra, y mucho más, agrandada
hasta los ángulos de la habitación. Seguimos un pasillo,
linóleo, neón. Viniste acá para coger.
Me metí en tus sábanas frías, oímos pasos.
Cada uno en su puesto día y noche, la única ventana parpadea,
emite señales, mira la ciudad sin abarcarla,
vigila. Pero las escenas a través de las separaciones 

y -peor- las reconciliaciones? Yo no tenía mi lugar.
Eco y discordia, una pregunta que se responde con otra pregunta.
Recuerdo un aro que se había caído,
la separación de voces, una pelea. El segundo
pasa al primero. Sin embargo, estas todo el día solo,
como hacías antes, como una página, como una habitación. 
El segundo acto no es encontrarse, sino
dar un paso frente a la puerta. Casi nunca siento
la puntada de la soledad o su extenderse, uno es 
a más que una habitación, o menos, aunque contenido.


Le Chemin familier du poisson combatif (1992)
versión patricio grinberg



13.2.11

Pierre Alferi


domicilio y territorio de los peces
(fragmentos)



Primera habitación. Los muebles, los objetos se disponen 
en orden de importancia alrededor, sin embargo
sus preocupaciones aumentan.
 

¿Dónde estás? Es hora de levantarse y volver 
a casa. Las paredes son amarillas y la madera es azul, 
las cortinas tienen un pliegue inquietante. Acá estoy 
sin hablar, un lado se pega al suelo, una calcomanía. El cuerpo 
se extiende a las seis paredes, en casa 
o no, no sabe. Está exactamente acá -- empieza 
despojándose, con un cambio – lo puede imaginar. 
La habitación de mi infancia es ahora uno de los archivos de mi padre. 
Una pintura abstracta en la puerta, en tonos pastel, 
canciones de cuna checas, una mano en la oreja,
y el sueño hinchado como una funda de almohada, persiguiendo
a ciegas

ideas por los rincones. Estoy hablando de una sombra no física 
y un eco. Un desprendimiento, una adherencia, algo del todo distinto 
a ser huésped, a simplemente ser. Esta habitación también, 
esta burbuja que no contiene nada, aire.
Además del papel de la pared y los títeres de sombra,
además de una cama fantasma debajo de la mía,
no recuerdo nada. Esta es la única versión habitable
de un cuerpo: dado vuelta como un guante.
Un lugar donde somos felices, un lugar agradable,
es todo lo que quiero encontrar.
Es claro, incluso acá, algo queda,
algo que ya no pertenece al niño, algo que los padres
nunca consiguen heredar. Para vivir, pero de un modo pasivo,
como en voz media, sin sujeto ni objeto.
Una habitación, cuando no es propia,
de la misma manera que una idea. El primer acto
es perderse, dejar los lugares así como están.
Quiero decir una especie de idea de habitación,
La idea de entrar.




Le Chemin familier du poisson combatif (1992)
versión patricio grinberg




11.2.11

Pierre Alferi

domicilio y territorio de los peces
(fragmentos)


Séptima habitación. En casa, donde uno nunca está,
cerrando una utopía con paredes
.
Mi habitación no es la suma de todas las otras, la copia
de sus llaves están en el placard.
Sólo tengo sobreimpresiones, la familiaridad, la resonancia. Y, si hay
espacio,
teatro. Cuatro rectángulos de techo,
una máscara de asustar africana,
un cabeza precolombina cortada, varias máquinas,
tres fotos sin color y un torso tatuado bajo un vidrio,
dos alfombras rojas y marrones, los libros en posición vertical cubiertos por
otros libros. El negro domina. Los muebles,
los visitantes fueron reemplazados, a veces por ellos mismos.
Nada es seguro, excepto el desorden, su crecer lentamente
como tu voz en la mía. Sólo un deseo.
Algunas cosas dispersas en el piso, documentos, cartas, un colchón
que un cinturón mantiene
sin desenrollar, pero
una habitación extraña, un centro vacío,
un refugio temporal. Desde donde yo me oriento.
hacia donde me gusta dirigirme, incluso cuando no voy hacía ahí.
Sin embargo, siempre encerrado en si mismo, cuidando este placard,
esta zona libre donde no hiciste casi nada. Un verbo
que sería simultáneamente frecuentativo de tener y su contrario.
Así. El séptimo acto es para volver a dibujar el lugar
donde uno se deja a sí mismo. Dejé que me guiaras
hasta este lugar. Nos detuvimos en la entrada.
Después cerré la puerta.


Le Chemin familier du poisson combatif (1992)
versión patricio grinberg