UNA PUERTA GOLPEA
Dejamos el tractor rojo de mi hermano
estacionado en el césped
quemado
subimos la colina, espiamos a
través de los arbustos
lo prohibido: vías del tren y jungla de vagabundos.
Perdemos de vista el
barranco,
la serpiente gorda y negra
que cae al final de cada jardín.
Es viernes por la noche
pescado frito en el cuartel
de bomberos.
Los adultos beben cerveza en diminutos cubos de metal.
Mi hermana saca un pez de
lata de una tina de metal.
A un lado,
una niña con Síndrome de Down, de seis años de edad,
ladeada sobre una silla de
ruedas.
El pelo gris de la madre se
aleja
de su rostro tenso y desafortunado.
Se inclina sobre la hija,
murmurando
en una manta de viaje, para
limpiarle la baba.
Cabeza oscilando, mandíbula floja, lengua prominente.
Un vestido azul inmaculado,
cuello perfecto terminado con
encaje blanco.
No mires, dice mi madre. Y yo
la misma edad, el aire teñido
con el olor de pescado y
margarina,
aprieto mi rostro contra el olor de algodón planchado
de la falda de mi madre,
susurro, no lo hacía.
Apology for want (1997)
versión anibal
cristobo + patricio grinberg
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