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william eggleston
1.11.14
Samuel Beckett
Worstward Ho
fragmento
fragmento
En. Decir
en. Ser dicho en. De alguna manera en. De ninguna manera en. Ser dicho de
ninguna manera en.
Decir para
ser dicho. Desdecir. Desde ahora decir para desdecir.
Decir
un cuerpo. Donde ninguno. Sin importar. Donde ninguno. Eso al menos. Un lugar. Donde
ninguno. Para el cuerpo. Para estar en. Entrar en . Salir de. Volver a. No. No salir.
No volver. Sólo en. Seguir en. Con en. Todavía.
Todo lo
viejo. Nunca nada más. Intentar siempre. Fallar siempre. Sin preocuparse. Intentar
de nuevo. Fallar de nuevo. Fallar mejor.
Worstward
Ho (1984)
versión
patricio grinberg
13.10.14
Ben Lerner
La oscuridad recoge nuestros vacíos, vacía nuestros ceniceros.
Cuando dijiste que “podríamos seguir así toda la vida”, ¿era en un buen sentido?
En las fragantes vigas del techo, las polillas buscan polvo más fino.
Por favor, no vaciles en bajar las luces,
o en cortarlas. Un glifo ilustra el orden de
magnitudes:
es portátil, angosto. Lo perdí de vista. Mierda. Pero su sombra. Que se proyecta
sobre el largo plazo. La oscuridad nos retoca.
Antes me preguntabas si iba a ingresar la información como se ingresa a un cuarto,
es portátil, angosto. Lo perdí de vista. Mierda. Pero su sombra. Que se proyecta
sobre el largo plazo. La oscuridad nos retoca.
Antes me preguntabas si iba a ingresar la información como se ingresa a un cuarto,
bueno, o el sol ha comenzado a quemar
sus manuscritos, o yo soy un idiota, un idiota
con mis once anillos semipreciosos. Hay nieve de verdad
en escena. Hay sangre de mentira en la nieve. ¿Podríamos seguir
sus manuscritos, o yo soy un idiota, un idiota
con mis once anillos semipreciosos. Hay nieve de verdad
en escena. Hay sangre de mentira en la nieve. ¿Podríamos seguir
así toda la vida, en un buen sentido? Un cerebro
reducido a encaje
por la edad o por el rayo. El pollo está un poquito seco y/o me arruinaste la vida.
por la edad o por el rayo. El pollo está un poquito seco y/o me arruinaste la vida.
The Lichtenberg Figures (2004)
versión ezequiel zaindenwerg
Ben Lerner
Tengo que manejar muchos kilómetros para decir este remate.
Tengo que manejar muchos kilómetros a la usanza
moderna,
que es suicida, debajo de este cielo que exige
correcciones. Esta noche
Orlando Duran se sacó de quicio. Se puso a untar
todos los picaportes,
cerraduras y espejos de su departamento con gel
espermicida.
Expulsar de repente aire de los pulmones
no es una vida hermosa a la usanza moderna. Más
bien,
hay que aprender a manejar, a manejar
en el sentido más amplio de la palabra, en un
sentido en el que quepan
cómodos otros cuatro sentidos. Esta noche, Orlando
Duran se pronunció a la usanza moderna,
se pronunció como un remate. ¿A esto se refería
cuando dijo
“libertad negativa”,
o “el ruido del aplauso con una mano sola es un
latido”?
The Lichtenberg Figures (2004)versión ezequiel zaindenwerg
4.10.14
3.10.14
Juan José Saer
El
viajero
Rompió el reloj el vidrio que
protegía el gran cuadrante en el que los números romanos terminaban en unas
filigranas prolijas delicadas lo diseminó
sobre el montón de ceniza húmeda que dos noches atrás había sido la hoguera
temblorosa que él mismo había encendido
Estuvo acuclillado un momento entregado al trabajo pueril
de espolvorear de vidrio la masa grisácea y pegoteada de la ceniza después se paró y miró a su alrededor
La llovizna seguía impalpable lenta adensándose pareciéndose más y más a la niebla a medida
que se alejaba hacia el gran horizonte circular
Su cara permaneció más dura y más
tranquila que si la hubiese alzado para mirar la hora en el Big Ben
Estaba tan acostumbrado a esa llanura
que parecía retroceder a medida que él avanzaba que sentía por momentos la
ilusión de no progresar se había familiarizado tanto con ella y al
mismo tiempo se concebía a sí mismo como un hombre tan resignado y gentil que
el hecho de vagabundear por ella desde hacía cinco días su caballo había tropezado en un agujero se había quebrado la pata delantera
el hecho de dar vueltas en redondo sin poder encontrar un punto de
referencia un rancho un
árbol ni la posibilidad de guiarse por las
estrellas porque apenas si había dejado de lloviznar unas horas en cinco días y
en todo caso en ningún momento el cielo se había despejado
el hecho de estar perdido en la llanura sin
nada con qué alimentarse sin hablar otra cosa que inglés sin haber visto nada
viviente como no hubiesen sido unos pájaros negros rígidos altos en
el cielo
que emigraban no parecían producir en él ningún sentimiento la comprobación serena la desesperación fría la perplejidad
que emigraban no parecían producir en él ningún sentimiento la comprobación serena la desesperación fría la perplejidad
Un momento antes de romper el reloj la
perplejidad creció un poco
descubrir que después de caminar dos días parándose únicamente de tanto en tanto para jadear más cómodo se llegaba otra vez al punto en que la tregua de la llovizna había permitido encender una hoguera débil con la esperanza de que alguien divisase su resplandor la perplejidad creció un poco instalándose en su cara bajo la forma de una semisonrisa
descubrir que después de caminar dos días parándose únicamente de tanto en tanto para jadear más cómodo se llegaba otra vez al punto en que la tregua de la llovizna había permitido encender una hoguera débil con la esperanza de que alguien divisase su resplandor la perplejidad creció un poco instalándose en su cara bajo la forma de una semisonrisa
Nadie había divisado nada ni la hoguera que había encendido
ni las otras hogueras la
cara rojiza las ojeras azuladas los
cabellos color zanahoria rodeando la gran frente y la coronilla calva
el agua implacable las hace relucir
Está otra vez en el punto de la
hoguera sacó el reloj de su bolsillo lo rompió
diseminó los pedacitos de vidrio sobre la ceniza acuclillado
Se paró y miró el horizonte el pajonal no sabía que se
llamaba así se extendía hasta el horizonte gris
parejo monótono
Le llegaba a la altura de las caderas
A veces entre las matas había
claros estrechos estrictos
un hombre podía tenderse y desaparecer había que estar ahí para saber que existían
un hombre podía tenderse y desaparecer había que estar ahí para saber que existían
Cuando avanzaba las hojas filosas se
abrían chasqueando se cerraban por detrás
se paraba se daba vuelta ni rastro de su paso
estaba dado vuelta no notaba ninguna diferencia ninguna
su lengua su recuerdo decían me he dado vuelta me he dado vuelta no estuve todo el tiempo mirando en esta dirección
estaba dado vuelta no notaba ninguna diferencia ninguna
su lengua su recuerdo decían me he dado vuelta me he dado vuelta no estuve todo el tiempo mirando en esta dirección
No se percibe la más mínima diferencia
Es exactamente igual
la lluvia más transparente o más densa ya está más lejos o más cerca del
horizonte el cielo gris bajo el pajonal no sabía que se llamaba
así
hasta el horizonte gris parejo monótono
Razonable y gentil acepto
me he dado vuelta estoy
en otra dirección ahora giro otra vez estoy de nuevo en
la antigua yo creo
persevero Jeremy
Blackwood en nombre de la Compañía establece los puntos cardinales encontrará el saladero
Miró el montón de ceniza el reloj roto
diseminado siguió caminando
Anduvo un tiempo incalculable
negrura más pareja todavía que el pajonal más densa que la llovizna chasquido de las hojas flexibles se hundía hasta las caderas sonaba y resonaba en la mente en
el recuerdo durante
horas incluso y más si
se paraba un momento no dejó grieta el silencio no se pudo colar
Un chasquido seco terminando en una
especie de deslizamiento al volver
hacia atrás las hojas desplegaban
ese sonido y
lo hacían cimbreante
y resonante
Amaneció
Todo sigue ahí idéntico
férreo implacable la llovizna el cielo el horizonte el
pajonal
Sé que avancé la Compañía desde Londres sabe que caminé que avancé veo en el alba un punto idéntico a los otros un punto idéntico no
el mismo estoy seguro es mi propia palabra contra los pajonales el
cielo el horizonte la llovizna
Jadea
Está todo mojado el sacón de cuero retorcido pegoteado al cuerpo el agua chorrea por la cara los cabellos rojos color
zanahoria oscurecidos
llameantes
Caminó todo el día voy a parar cuando el agua
pare parándose únicamente
para jadear llegó la noche y la
llovizna
Paró
Se dejó caer hacia adelante sobre los pajonales que
se abrieron y se cerraron como un látigo
Quedó dormido inmóvil
Al alba únicamente el sueño se
desplegó un abanico fosforescente vio Londres flotando iluminada como una
catedral transparente Londres ladrillos rojos el ruido de los coches de los caballos
resonando sobre el empedrado gritos
de comadres de ventana a ventana mercados
pirámides truncas de tomates pescados blandos blancos abiertos
como en los mostradores de las pescaderías reses rojas mujeres cangrejos todavía vivos arrastrándose impúdicas descuartizadas prostitutas
mostrando sus senos manchados de pecas chicos
corriendo entre los vendedores ambulantes la música de las tabernas y de los mendigos
ciegos elevándose por encima de la muchedumbre
Se despertó inmóvil la cara aplastada contra los pajonales se
movió un poco los oídos todavía cerrados la sonrisa deshecha por la posición y por
el estremecimiento
Llegaré al saladero porque la Compañía
me eligió digno honrado
predestinado Jeremy Blackwood pelirrojo y gentil con
la razón y la memoria de su parte para vencer la tentación de lo idéntico de lo inmóvil
Bendita sea Londres
Bendita sea la muchedumbre que camina
por sus veredas benévolas
Bendita sea la luz que sale por las
ventanas de sus casas
Benditos sean el ruido y el color de
las ciudades
Jeremy se sentó despacio se quedó un momento con los ojos
abiertos orgullosos
Baja la cabeza y ve otra vez el montón de ceniza negruzco los
fragmentos de vidrio diseminados el reloj roto abierto el gran cuadrante circular en que los
números romanos terminan en unas filigranas prolijas delicadas
Gloria
A los viajeros ingleses y sobre todo
Gloria
A Jeremías Blackwood que no dejó ni
rastro de su viaje
23.6.14
Peter Handke
1975. Abril
(fragmentos)
apenas
pasa el instante de terror, la idea de exagerar o haber exagerado
las
imágenes a las que uno, entredormido, llega cuando logra volver a cerrar los
ojos dentro de los ojos cerrados
ella
dijo: "para algunas mujeres la elegancia quizás es una manera de
defenderse"
y
luego la idea de que todo lo que pienso y siento no tiene valor
una
mujer me mira con hostilidad, y tranquilo le devuelvo al mirada; hasta que me
doy cuenta de que eso no cambia nada y en
seguida me olvido de la mujer y de su hostilidad
empieza
a llover como si ahora tiraran una piedrita, ahora otra
Peter Handke. Das Gewicht der Welt. 1977
Peter Handke
1975. Abril
(fragmentos)
(fragmentos)
un
momento de bondad, de acuerdo, de mirada más amplia, en un día frío, lluvioso,
con el desánimo de la música de la señal de ajuste de los televisores que al
mediodía salía de las casas
un
miedo pequeño al que no quise prestarle atención y enseguida se volvió
gigantesco
querer
desviar el pánico, en el asiento del cine, enfrente de mí
delante
de otras personas casi siempre yo pierdo -y en verdad es una pérdida-
rápido mi abatimiento, la forma rígida
de mi abatimiento y sólo soy una cosa sin forma, sin sentimiento, porque mi
único sentimiento es el abatimiento que ya no siento cuando estoy con otras personas
mientras
me reía tuve la impresión de que la bombita de luz titilaba
poco
antes del atardecer, estar parado en un jardín mojado por la lluvia con la insensibilidad
de quien sabe que su vida sigue y sabe de qué forma seguirá
Peter
Handke. Das Gewicht der
Welt. 1977
Peter Handke
1975. Abril
(fragmentos)
un
chico que ya tiene las mismas dificultades que un adulto con los otros y con el
tiempo: corre entre los demás chicos en el jardín, sin ninguna dirección, se
queda parado, empieza a jugar a cualquier cosa y de inmediato se detiene; penosas
imitaciones de los otros chicos, imitaciones sin impulso que pretenden ser
correctas y sólo son gestos tristes y ridículos mientras gira por el jardín: da
saltitos, se acerca los demás y gira, todo en absoluta soledad, los otros tienen su propio ritmo, y cuando una
vez , por única vez, consigue el ritmo de los otros y los mira con orgullo, ninguno
lo mira, y se pone a caminar con las manos
en la espalda, da vueltas en círculos, con pasitos cortos a veces salta
un
chico triste que durante todo el día se sintió avergonzado, que hizo el ridículo
y no hizo más que vagar en círculos, ahora duerme y suspira
Peter Handke. Das Gewicht der Welt. 1977
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