30.11.13

Robert Bringhurst


el pez que vivió para contarlo



Una vez hubo un solo pez. No tenía ningún
recuerdo. Murió pronto.

Después hubo dos peces. Se peleaban. Se les llegó
a dar muy bien.

En otra instancia, tres peces. Tres peces
bastaban: podían nadar en círculos en el agua.
Se comieron entre ellos.

Cuatro peces. Primero se pelearon, después
mantuvieron dos luchas simultáneas, después una pelea
circense. Uno de ellos abandonó a tiempo,
quedando tres. Así es como de vez en cuando los mansos
heredan el territorio (el pozo de los deseos, en este caso)
por un momento. Entonces comienzan a soñar. Son
mansos; han visto el combate.



la belleza de las armas (2013)

versión  Marta del Pozo y Aníbal Cristobo.



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