AS SEEN ON TV (versión
censurada)
La
próxima vez no estarás en Rímini, despreocupadamente
al sol,
tumbada en una reposera de lona,
tanteando
con la mano derecha el mojito, el brazo
untado
de protector solar, el bolso
con los
sucesivos retratos de Marilyn, a
contraluz,
cegada por el mediodía adriático y los reflectores
tra il
cui publico
vediamo
alcune delle donne più belle
dell'Italia
doblada
al
castellano desde Miami y subtitulada en vivo
en la
pantalla de mi incredulidad:
"..."
La
próxima yo tampoco estoy
en
Madrid, tumbado en un cuarto de hotel
a punto
de dormirme
-hipnotizado
por la proyección de los ciruelos
en el
techo, y el motor del frigobar
bajo la
forma de una botella de 200 cl. de
jugo de
durazno
cambiando
los canales,
en los
que se mezclaban un estudio anatómico de las
mangostas,
los testimonios
de
quienes conocieron al mecánico abducido en Atlanta, la concentración
del
equipo Esloveno de Frisbee a punto de lanzar:
contra
el espectáculo del mar en Rímini
contra
el espectáculo de tu mano derecha buscando a ciegas en la playa.
Con una
tipografía de catástrofe
comienzan
a imprimirse los créditos de mi incredulidad:
"¡!"
La
próxima no es Rímini, sino el Slottsparken
de Oslo,
con la comicidad
estática
del vestido estampado
-campesinas
y caballitos y flores
hechos
de líneas rectas-
a punto
de perder el control
y caer
en un pequeño arroyo detrás del Olvpavillion: son
unos
pocos frames, es un detalle
casi
imperceptible -un primer plano
hecho de
corbatas y gafas y bigotes
donde se
destaca el brevísimo efecto
de
perspectiva
que te
hace perderte. Sin embargo
no hay
risas, ni estoy
en un
cuarto de hotel, la próxima
puede
ser que te vea en TV, justo después
del
café, más lejos, hacia las periferias
del
sentido; más rápido
hacia la
vibración emitida en el aire por el temblor de las huellas dactilares
ya
mismo, e incluso antes
del
primer balbuceo de la incredulidad
"¿?'"
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